Sobre la docencia. Los pensadores y los panelistas.
La docencia tiene una topografía que se escapa al mapeo que podemos hacer de ella.
Cuáles son los mecanismos, dispositivos o situaciones que tenemos que poner en marcha para sacudir un sistema educativo conservador y reproductivo. La marcha de la retórica teórica se estanca entre los eruditos y los que ponen el cuerpo en las aulas. Esa separación tácita entre maestros y pensadores no se salva convocando a los primeros a ser pertenecientes de los segundos. No se cómo se salva. Tal vez sea necesario que los intelectuales vengan a nuestras trincheras educativas, no a estudiarnos, sino a acompañarnos como colegas, sindicalizarnos en torno a un hacer común que no puede dejar de tener su pie en el aula.
Cuestiones de orden práctico necesitan de inmediata asistencia para que cuestiones de orden pedagógico tengan sustento y relevancia ¿Pero de quién es la voz autorizada para hablar de esto? ¿De un investigador? ¿De un panelista de TV? ¿De un trabajador de la educación?
Hay en los tres elementos mencionados mutua desconfianza. Como si faltara un actor que sincretice una práctica plagada de teoría y una teoría que no puede dejar la práctica. Es que enseñar en una escuela es mucho más que seguir un diseño, aplicar enfoques de una perspectiva didáctica o llevar día a día las actividades de un manual. Es una actividad polisémica, colectiva, que se escabulle en percepciones individuales y prescripciones.
¿Qué es un maestra/o? ¿alguien que crea condiciones de aprendizaje con los elementos que cuenta? ¿Alguien que reproduce saberes socialmente válidos (y en disputa), en un orden jerárquico de conocimiento siendo su lugar el anteúltimo de una cadena pedagógica?
De acuerdo a la respuesta que la sociedad considere, se difundirá una suerte de perfil. Claro que en términos de respuestas de la sociedad, no todo es blanco y negro. Sino que también hay intereses en disputa. Entonces al parecer el camino es más sinuoso que declaraciones floridas para zócalos de programas de televisión.
Como trabajador de la educación pienso que tenemos que construir respuestas a la pregunta por el ser docente abrevando de distintas fuentes, como un río nutrido de múltiples vertientes. Es importante entonces mostrar esta topografía para comprender la complejidad de la tarea docentes y del trabajador de la educación.
Sabiendo que el mapa no es el territorio, es tiempo de construir dioramas, maquetas, no tanto para otros la contemplen, sino más bien para que en el proceso podamos reconocer nuestro territorio, sus declives y prados, sus asperezas y virtudes a fin de poder intervenir en él.